martes, 28 de agosto de 2007

Teoria del Miedo - Segun Michel Moore

Los peregrinos fueron a América porque temían ser perseguidos. Temor, miedo... ¿Y qué pasó luego? Los peregrinos llegaron a América, temerosos y asustados, se encontraron a los indios y tuvieron miedo de ellos, así que los mataron; luego empezaron a tener miedo de sus paisanos, empezaron a ver brujas por todas partes y las quemaron; luego, hicieron la Revolución y ganaron, pero tenían miedo de que los ingleses volvieran. Entonces, alguien escribió la Segunda Enmienda, que dice: Conservad vuestras armas porque los ingleses podrían regresar. ¿Y qué pasó? ¡Los ingleses volvieron de verdad! Y ¿qué es lo peor que se le puede hacer a un paranoico? ¡Que sus miedos se conviertan en realidad! El miedo que sienten los americanos se remonta a la época en que en este país vivía una población de esclavos que, en los 86 años transcurridos desde la Guerra de Independencia de 1776 a la Guerra Civil en 1861, se incrementó de forma desmedida, pasando de 700.000 a 4 millones de individuos. Los blancos estaban aterrorizados por la idea de que los negros pudieran obtener la libertad. En 1863 Samuel Colt inventó el revólver (el arma de seis tiros). Hasta ese momento era imposible hacer más de un disparo a la vez. En los 10.000 años anteriores, siempre había sido necesario recargar todas las armas antes de hacer un segundo disparo. En cambio, el Colt era portátil y económico. Y así los blancos del Sur se armaron con lo que llamaron “El Pacificador” y lograron mantener la esclavitud 25 años más. En los 40 años siguientes, Colt en mano, se exterminó a los indios. Por el miedo, los blancos fundaron el Ku Klux Klan y poco después la Asociación Nacional del Rifle, que quería que las armas las tuvieran exclusivamente los blancos. Cuando en los años cincuenta, la población de color se hartó y se rebeló los blancos construyeron y se refugiaron en barrios residenciales con montones de armas. Resultado: gran parte de los 250 millones de pistolas y fusiles existentes en Estados Unidos son propiedad de los blancos que viven en barrios residenciales muy tranquilos y seguros, donde prácticamente no hay delincuencia. Y por esa razón, en Estados Unidos, la mayor parte de los crímenes ocurren en las casas, entre marido y mujer, entre novios, entre compañeros de trabajo.

jueves, 9 de agosto de 2007

La Amigdalitis de tarzan - Alfredo bryce Echenique (fragmento)


"Nunca hubo una pareja que se separara en un aeropuerto con una fe tan grande en el futuro, con tantas ilusiones compartidas y tantos proyectos comunes, como Fernanda y yo. ¿Fue simple buen gusto, simple deseo de que acabara con besos y sonrisas esa semanita que terminó por convertirse en un sueño realmente vivido y compartido? Ahora que muchos de esos intensos deseos pertenecen al pasado, ahora que nada nos salió del todo mal ni tampoco bien, ahora que sólo quedan un montón de cartas de Mía, alguno que otro trozo escrito por mí y también algunas de mis cartas posteriores al robo de Oakland, muchísimo cariño y amistad, y la misma confianza y complicidad de siempre, tal vez lo único que podríamos decir Fernanda y yo es que hay despertares sumamente inesperados y que, incluso, a veces, en nuestro afán de no causarle daño alguno a terceros, terminamos convertidos nosotros en esos terceros. Y bien dañaditos, la verdad."




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PSDT: comentario aparte


Recomendable: Para esos amores que se hacen imposibles y no es culpa de ninguno de los dos. Para el que se dio cuenta que estaba enamorado justo el día antes de que la chica se te vaya para siempre a algún país donde seguro ni hay teléfono. Para el que encuentra una relación que vale la pena en el momento menos oportuno. Para todos los que tienen pésima suerte con eso del ETA.


Se lo regalaría a: La chica con la que siempre fui mejor por carta. La chica con la que siempre seré mejor en persona. La que sabe que le estoy dedicando este libro por razones obvias.

LO POLITICAMENTE CORRECTO POR uMBERTO eCO



En Estados Unidos, las degeneraciones de lo "Politicamente Correcto" han impulsado la aparición de una gran cantidad de falsos y divertidísimos diccionarios "Politicamente Correcto" , en los que a veces no se sabe muy bien si cierto término en realidad ha sido propuesto o se ha inventado con intención puramente crítica. De hecho, junto a sustituciones ya corrientes, se encuentran socialmente separado por encarcelado, funcionario del control bovino por cowboy, corrección geológica por terremoto, residencialmente flexible por vagabundo, ereccionalmente limitado por impotente, horizontalmente accesible por mujer de mala vida, regresión folicular por calvicie y hasta carente de melanina para indicar un hombre blanco. [...]
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Además, a menudo se confunde sugerencia moral con obligación legal. Una cosa es decir que es éticamente incorrecto llamar maricones a los homosexuales y afirmar que, si el que lo hace es un ministro, y lo hace además en papel con membrete del ministerio, hay que hablar solamente de miserable incivismo. Y otra cosa muy distinta es decir que si se expresa así ha de ser encarcelado (a menos que Tremaglia llame maricón a Buttiglione, en cuyo caso sería comprensible una querella con exigencia de reparación de daños morales). Pero, dejando aparte la vulgaridad de Tremaglia, no parece que exista ninguna ley que castigue con años o meses de cárcel a quien diga barrendero en vez de técnico ecológico, y en definitiva no es más que una cuestión de responsabilidad personal, buen gusto y respeto a los deseos ajenos. [...]

LA HISTORIA DEL REY TRANSPARENTE. Rosa Montero (Fragmento)

Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas. Durante algún tiempo, el mundo fue un milagro. Luego regresó la oscuridad. La pluma tiembla entre mis dedos cada vez que el ariete embiste contra la puerta. Un sólido portón de metal y madera que no tardará en hacerse trizas. Pesados y sudados hombres de hierro se amontonan en la entrada.Vienen a por nosotras. Las Buenas Mujeres rezan. Yo escribo. Es mi mayor victoria, mi conquista, el don del que me siento más orgullosa; y aunque las palabras están siendo devoradas por el gran silencio, hoy constituyen mi única arma. La tinta retiembla en el tintero con los golpes, también ella asustada. Su superficie se riza como la de un pequeño lago tenebroso. Pero luego se aquieta extrañamente. Levanto la cabeza esperando un envite que no llega. El ariete ha parado. Las Perfectas también han detenido el zumbido de sus oraciones. ¿Acaso han logrado acceder al castillo los cruzados? Me creía preparada para este momento pero no lo estoy: la sangre se me esconde en las venas más hondas. Palidezco, toda yo entumecida por los fríos del miedo. Pero no, no han entrado: hubiéramos oído el estruendo de la puerta al desgajarse, el derrumbe de los sacos de arena con que la reforzamos, los pasos presurosos de los depredadores al subir la escalera. Las Buenas Mujeres escuchan. Yo también. Tintinean los hombres de hierro bajo las troneras de nuestra fortaleza. Se retiran. Sí, se están retirando. Al sol le falta muy poco para ocultarse y deben de preferir celebrar su victoria a la luz del día. No necesitan apresurarse: nosotras no podemos escapar y no existe nadie que pueda ayudarnos.

miércoles, 8 de agosto de 2007

El insomne - Jose Manuel Enriquez Ariza



Recurre a los viejos trucos
cuenta corderos, respira
hondo y despacio, no pienses
en los asuntos del díaque se aproxima
y no acaba de llegar.
La noche es una oficina,
un teléfono que suena,
un hombre que dictamina
en voz alta sobre todas
las cuestiones de la vida.
La noche es una pesada
lección de filosofía.A
lo lejos, pasan trenes,
y en la ventana se afina
un rumor de terraplenes
sacudidos, de cornisas
afiladas por el viento,
de motores que eternizan
su fuga hacia el infinito.
Mira el reloj y resígna-te
a dejar correr las horas
que te quedan. Todavía
no ha pasado lo peor:
cuando esa luz enfermiza
que precede a la mañana
coloree las cortinas,
el sueño te habrá rendido.
Y comenzará otro día
incomprensible, extremado,
lento, prolijo. Y la vida
te parecerá otra vez
una extraña pesadilla.

jueves, 2 de agosto de 2007

Primer amor |Espido Freire| [fragmentos]

El primer amor puede surgir desde la primera adolescencia hasta la tercera edad. Se dan casos de ancianos que han descubierto, ya en la residencia, que nunca habían estado enamorados como en ese momento. Repito de nuevo que el primer amor no es siempre el primero que se experimenta, sino el que queda fijado de forma indeleble, el que sirve de referencia y guía para las relaciones posteriores. El que algunos han dado en llamar «el gran amor», o «el amor de la vida» o «el amor verdadero».

(...)

Los hombres actuales se quejan de cierta desorientación: las chicas desean que se las corteje, pero se ofenden si se comportan como machos tradicionales. Rechazan algunas muestras de cortesía, pero añoran ser tratadas como princesitas. Reclaman su independencia, pero a partir de cierta edad parecen morirse por una relación estable y unos hijos. No soportan a los machistas, pero acaban siempre con los canallas mayores del reino. ¿Quién entiende a las mujeres?


Existe una explicación a todo ese barullo: para comenzar, las mujeres han evolucionado tremendamente en poco tiempo, y los hombres no han cogido su paso: ya no se educa a las niñas como hace veinte o treinta años, pero los cambios en la educación de los niños han sido mínimos. Por otro lado, un gran número de hombres confunden la cortesía con las normas de urbanidad básicas. Por otro, muchas mujeres no saben realmente lo que desean, como la gran mayoría de los hombres.

(...)

He escuchado hasta la saciedad decir que la amistad entre hombre y mujer no existe, y he constatado que en muchos casos el dicho es cierto: se rompen las barreras, o en el objetivo inicial no figuraba la amistad, sino la conquista. Cuido a mis amigos como a perlas raras, pero instintivamente tiendo hacia una posición maternal con ellos. Pese a todo, la sospecha de que una atracción de otro tipo pueda romper la amistad, o que mi interés por ellos pueda malinterpretarse, continúa ahí, escondida, en algún lugar de mi mente.

(...)

Algunos seres luminosos y afortunados nacen con la facultad de despertar cariño y las habilidades naturales para rodearse de amor. La mayor parte de nosotros, sin embargo, no sabemos sino caminar a tumbos, tantear y equivocarnos, y sentirnos culpables por no haber estado a la altura.


O si se dejara de considerar el amor como un logro social; si no se ostentara la belleza o el dinero del compañero como un éxito propio; si no se despreciara a las personas que, por una razón u otra, han elegido permanecer solos, o no han sido lo suficientemente afortunados como para encontrar una persona que les haga felices.


O si se viviera la soledad como un estado dichoso, sereno, no como un abandono o una situación irremediable. Si se disipara ese pánico a quedarse solo, si se potenciara la seguridad en uno mismo y se disfrutara de los momentos en los que podemos gozar de la compañía de otras personas sin que nos presione la idea de conseguir pareja.


O si, por último, desapareciera el concepto de «caza y conquista» en el plano amoroso, los términos en los que se da por supuesto que una voluntad ha de ceder ante otra más fuerte, que una personalidad ha de ser doblegada, que es preciso vencer una batalla para conseguir el amor del otro. Si el amado dejara de ser un enemigo o una plaza a asediar, para convertirse en una persona cercana; si no hiciera falta enmascararse y fingir...

TAO 11 |Lao-Tse|



Treinta radios se unen en un eje;
precisamente donde no hay nada, hallamos la utilidad de la rueda.
Horneamos arcillas y hacemos vasijas;
precisamente donde no hay sustancia, hallamos la utilidad de los pucheros.
Con el escoplo hacemos puertas y ventanas;
precisamente en esos espacios vacíos, hallamos la utilidad de la sala.
Así pues, consideramos que la posesión es beneficiosa,
pero no tener nada es útil.

Ordenación sacerdotal de mujeres |Jose Antonio Marina|

Durante muchos siglos esta decisión [la negativa de la Iglesia católica a la ordenación sacerdotal de mujeres] se basaba en la ancestral desconfianza y desprecio hacia la mujer. Tomás de Aquino dice que la mujer no puede ser sacerdote porque «vive en estado de infeción», y por ello no tiene la dignidad necesaria (Sum. Theol., Supl. 39, a.1). En este momento el rechazo no se funda ya en una creencia tan insostenible, sino en una interpretación de las intenciones de Jesús de Nazaret, que me parece traída por los pelos. Se afirma que si no eligió mujeres apóstoles es porque quiso que fueran exclusivamente hombres. Esto supone olvidar que en cada momento histórico hay imposibilidades reales dependientes de la situación. Volar no es una imposibilidad, puesto que ahora hay aviones, pero lo era hace dos mil años. La mujer en Palestina no podía ni siquiera testificar en un juicio: su testimonio no tenía ningún valor. ¿Cómo se la iba a elegir para testimoniar una doctrina? Sacar de esa imposibilidad circunstancial una prohibición permanente es como decir que puesto que Jesús no usó la televisión para predicar, los cristianos actuales no deben utilizarla.

Decir que no |Mario Benedetti|



Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño
ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

no obstante
cómo desalienta
verte bajar de tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes
cerrarla.

EPITAFIOS: escoge el tuyo


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[En la tumba de un escritor]
AQUÍ YACE UNO QUE FUE FIELMENTE
DEVOTO DEL ARTE Y EL HONOR.
NO FUE GRAN COSA EN LA VIDA,
Y AHORA NO ES ABSOLUTAMENTE NADA
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A LA MEMORIA DE MI QUERIDÍSIMA MADRE
FALLECIDA EL 8-7-42 A LA EDAD DE 26 AÑOS Y
QUE POR FALTA DE MEDIOS ECONÓMICOS Y DE
CONCIENCIA SOCIAL, FUE ENTERRADA
DEPLORABLEMENTE EN ESTE LUGAR. TAMBIÉN
DESEO RENDIR OFRENDA A LA MEMORIA DE
TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE POR SU
CONDICIÓN DE HUMILDES, RELIGIÓN O IDEALES
POLÍTICOS, HAN SIDO SEPULTADOS A TRAVÉS DE
LOS AÑOS EN ESTE RECINTO TRISTE Y OLVIDADO.

MIS LÁGRIMAS, MI DOLOR, MI ODIO Y LA OSCURIDAD
NO ME DEJARON VER LA LUZ DEL LUGAR DONDE
ESTÁS. HOY, AFORTUNADAMENTE, DESPUÉS DE MIS
CONFUSIONES TE ENCONTRÉ Y MI LUZ, AUNQUE
GRIS, TIENE YA UN COLOR. LA MUERTE ES LA ÚNICA
CONDICIÓN HUMANA QUE NOS IGUALA. AUNQUE LOS
VIVOS CONTINUAMOS PERSISTIENDO EN NUESTRAS
DIFERENCIAS. QUE DIOS TE TENGA EN SU GLORIA.

TU HIJO SIEMPRE TE LLORÓ.

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[En la tumba de una niña]
UN ÁNGEL MÁS EN EL CIELO
Y UNO MENOS EN LA TIERRA.

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[En la tumba de un niño de once meses]
ERAS ÁNGEL DE HERMOSURA
Y DE TUS PADRES CONSUELO.
DIOS POR TENERTE MÁS SEGURO
TE HA COLOCADO EN EL CIELO.

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[En un cementerio civil]

NO QUIERO, CUANDO ME MUERA, NADA CON EL OTRO MUNDO:
QUIERO QUEDARME EN LA TIERRA. QUEDARME SOLO
EN LA TIERRA. SIN PARAÍSO NI INFIERNO NI PURGATORIO
SIQUIERA. QUEDARME COMO SE QUEDAN SOBRE EL SUELO
HUMEDECIDO DEL BOSQUE, LAS HOJAS MUERTAS.

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EN ESTE LUGAR REPOSAN LOS RESTOS DE UN SER QUE POSEYÓ
LA BELLEZA SIN LA VANIDAD,LA FUERZA SIN LA INSOLENCIA,
EL VALOR SIN LA FEROCIDAD Y TODAS LAS VIRTUDES DEL
HOMBRE SIN SUS VICIOS. ESTE ELOGIO QUE CONSISTIRÍA
UNA ABSURDA LISONJA SI ESTUVIERA ESCRITO SOBRE
CENIZAS HUMANAS, NO ES MÁS QUE UN JUSTO
TRIBUTO A LA MEMORIA DE ROCKY.

UN SAMOLLEDO NACIDO EL MES DE SEPTIEMBRE DE 2000
Y MUERTO EN LIMA EL 23 DE FEBRERO DE 2003.
TU AMIGO VICTOR QUE NO TE OLVIDA.

Me sobra corazòn



Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra corazón.
Hoy descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Carta a un padre fugado

Querido Padre:

No te conosco, te fuiste cuando yo era recien nacido, pero igual eres mi padre y mi mi madre, padre se tuvo que volver, claro que yo ya grandecito, mi madre padre, madre volvio ha ser. Por eso te escribo nuevamente.

Gracias por contestar a mi carta: «Optimismo y felicidad», aunque no sé si con tu respuesta «Manuscrito de problemas irremediables con fines fatales» he llegado a comprender que la vida evoluciona dentro de una serie de problemas que, al no tener solución, imposibilitan la felicidad. La verdad es que ya son muchas las ocasiones en que me abres los ojos y me haces ver la realidad de las cosas. ¿Recuerdas cuando te envié la carta: «La existencia de la libertad» y tú me contestaste con la de: «Utopía de un soñador coaccionado socialmente»? Ésa sí fue una forma de hacerme poner los pies en la tierra. Recuerdo que incluso insistí hablándote de ruptura y de derecho a escoger; entonces fue cuando me mandaste la inmejorable: «Destino irrevocable». Gracias.

Hoy he querido escribirte porque con tu última carta me he sentido un poco herido y he pensado que probablemente no la habría entendido bien. ¿Por qué criticas mi falta de ambición? Me dices que es fácil creer en la felicidad cuando uno se detiene sólo ante las cosas pequeñas. No dejo de repetir las palabras con que lo has ejemplificado (que son preciosas): «Cuando el ignorante se recrea en el canto del jilguero, el sabio lo analiza, y reconoce que es un llanto de dolor». ¡Jamás hubiese pensado que los pájaros llorasen tanto! A partir de ahora me compadeceré de su canto.

Gracias. Siempre por enseñarme lo que es la vida. Tú a lo lejos, has hecho de mí una persona más responsable. Por cierto, te agradezco muchísimo la lista de problemas que has adjuntado a la carta. ¡No sabía que mi situación fuese tan deplorable! Te prometo que intentaré sonreír con menos frecuencia y, si lo hago por descuido, releeré la lista para darme cuenta de que no tengo motivos para hacerlo. Todo esto para decirte que siempre has sido un gran estímulo en mi vida, porque me has hecho sentir tan poca cosa que me he pasado la vida luchando por superarme. ¿Recuerdo cuando éra niño? Lapiceros y cucharas fueron mis juguetes, nunca se rompian. ¡Gracias a ti siempre tuve juguetes ! Los triunfos de mi niñez y de mi adolescencia te los debo a ti. En el colegio nunca tuve cuadernos decentes y eso me estimuló tanto en los estudios, que me convertí en los mejores de la clase. Yo nunca fui capaz de hacer lo mismo por ti y el dolor por verte ,no bastó para hacerme fracasar. Perdón.

En tu carta me dices que tu matrimonio es un desastre y que tu vida, como la de todos, no vale nada. Sé que no eres una persona depresiva, sino que tu situación es deprimente y comprendo que no te guste hablar de los problemas de tu vida porque tu vida es un problema. A menudo me cuentas que las desgracias ajenas no son más que una repetición de tu propia vida y, por supuesto, nunca son tan importantes. No sabes lo triste que me siento. He leído tu carta una y otra vez buscando un solo detalle con el que sentirme identificado contigo. Le he preguntado a mi Madre por qué siempre intenta hacer que cada día sea maravilloso cuando en realidad no tiene por qué serlo. Para colmo he progresado. Te prometo que he intentado no hacerlo, pero mi yo interior no ha querido escucharme, dice que no hay nadie más cualificado que yo... ¿te imaginas? Yo, que soy un inconsciente, que ni siquiera soy capaz de analizar el mundo tal como es. Lo peor es que, aunque me avergüence decirlo, en ese momento me he sentido feliz. Perdóname. Tal como dijiste en tu carta: «Lo efímero del tiempo» la felicidad no puede durar, y por eso esta larga relación que nos ha unido durante años debe terminar. Sabes que no tengo remedio, en realidad creo que no te merezco. Imagino tu cara si supieses que después de leer tu carta me fui al cine con Lizzette. Pero aún hay más... ahora me voy a una fiesta.

Espero que algún día todo el mundo esté a la altura de tus conocimientos. Yo ya no me siento capaz de seguir luchando contra mí. Siempre fui débil, como tú dijiste. Suerte con todo. Tu hijo lejano,Victor

La Fe (quin Monzo)

-Quizá es que no me quieres.
-Te quiero.
-¿Cómo lo sabes?
-No lo sé. Lo siento. Lo noto.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo que notas es que me quieres y no otra cosa?
-Te quiero porque eres diferente a todas las mujeres que he conocido en mi vida. Te quiero como nunca he querido a nadie, y como nunca podré querer. Te quiero más que a mí mismo. Por ti daría mi vida, me dejaría despellejar vivo, permitiría que jugasen con mis ojos como si fuesen canicas. Que me tirasen a un mar de salfumán. Te quiero. Quiero cada pliegue de tu cuerpo. Me basta mirarte a los ojos para ser feliz. En tus pupilas me veo yo, pequeñito.
Ella mueve la cabeza inquieta.
-¿Lo dices de verdad? Oh, Victor, si supiese que me quieres de veras, que te puedo creer, que no te engañas sin saberlo y por lo tanto me engañas a mí... ¿De verdad me quieres?
-Sí. Te quiero como nadie ha sido capaz de querer nunca. Te querría aunque me rechazaras, aunque no quisieras ni verme. Te querría en silencio, a escondidas. Esperaría que salieses del trabajo nada más que para verte de lejos. ¿Cómo es posible que dudes de que te quiero?
-¿Cómo quieres que no dude? ¿Qué prueba tengo, real, de que me quieres? Tú dices que me quieres, sí. Pero son palabras, y las palabras son convenciones. Yo sé que te quiero mucho. Pero ¿cómo puedo tener la certeza de que tú me quieres a mí?
-Mirándome a los ojos. ¿No eres capaz de leer en ellos que te quiero de verdad? Mírame a los ojos. ¿Crees que podrían engañarte? Me decepcionas.
-¿Te decepciono? No será mucho lo que me quieres si te decepcionas por tan poco. ¿Y todavía me preguntas por qué dudo de tu amor?
El hombre la mira a los ojos y le coge las manos.
-Te quiero. ¿Me oyes bien? Te q u i e r o.
-Oh, «te quiero», «te quiero»... Es muy fácil decir «te quiero».
-¿Qué quieres que haga? ¿Que me mate para demostrártelo?
-No seas melodramático. No me gusta nada ese tono. Pierdes la paciencia enseguida. Si me quisieras de verdad no la perderías tan fácilmente.
-Yo no pierdo nada. Sólo te pregunto una cosa: ¿qué te demostraría que te quiero?
-No soy yo la que tiene que decirlo. Tiene que salir de ti. Las cosas no son tan fáciles como parecen. -Hace una pausa. Contempla a Victor y suspira-. Quizá sí tendría que creerte.
-¡Pues claro que tienes que creerme!
-Pero ¿por qué? ¿Qué me asegura que no me engañas o, incluso, que tú mismo estás convencido de que me quieres pero en el fondo del fondo, sin tú saberlo, no me quieres de verdad? Bien puede ser que te equivoques. No creo que obres de mala fe. Creo que cuando dices que me quieres es porque lo crees. Pero ¿y si te equivocas? ¿Y si lo que sientes por mí no es amor sino afecto, o algo parecido? ¿Cómo sabes que es amor de verdad?
-Me aturdes.
-Perdona.
-Yo lo único que sé es que te quiero y tú me desconciertas con preguntas. Me hartas.
-Quizá es que no me quieres.

Cuento - Dos numeros menos (Jorge Bucay)



Un hombre entra en una zapatería, y un amable vendedor se le acerca:
- ¿En qué puedo servirle, señor?
- Quisiera un par de zapatos negros como los del escaparate.
- Cómo no, señor. Veamos: el número que busca debe ser... el cuarenta y uno. ¿Verdad?
- No. Quiero un treinta y nueve, por favor.
- Disculpe, señor. Hace veinte años que trabajo en esto y su número debe ser un cuarenta y uno. Quizás un cuarenta, pero no un treinta y nueve.
- Un treinta y nueve, por favor.
- Disculpe, ¿me permite que le mida el pie?
- Mida lo que quiera, pero yo quiero un par de zapatos del treinta y nueve.
El vendedor saca del cajón ese extraño aparato que usan los vendedores de zapatos para medir pies y, con satisfacción, proclama «¿Lo ve? Lo que yo decía: ¡un cuarenta y uno!».
- Dígame: ¿quién va a pagar los zapatos, usted o yo?- Usted.- Bien. Entonces, ¿me trae un treinta y nueve?
El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar el par de zapatos del número treinta y nueve. Por el camino se da cuenta de lo que ocurre: los zapatos no son para el hombre, sino que seguramente son para hacer un regalo.
- Señor, aquí los tiene: del treinta y nueve, y negros.
- ¿Me da un calzador?
- ¿Se los va a poner?- Sí, claro.
- ¿Son para usted?
- ¡Sí! ¿Me trae un calzador? El calzador es imprescindible para conseguir que ese pie entre en ese zapato. Después de varios intentos y de ridículas posiciones, el cliente consigue meter todo el pie dentro del zapato. Entre ayes y gruñidos camina algunos pasos sobre la alfombra, con creciente dificultad.
- Está bien. Me los llevo.
Al vendedor le duelen sus propios pies sólo de imaginar los dedos del cliente aplastados dentro de los zapatos del treinta y nueve.
- ¿Se los envuelvo?
- No, gracias. Me los llevo puestos.
El cliente sale de la tienda y camina, como puede, las tres manzanas que le separan de su trabajo. Trabaja como cajero en un banco. A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas de pie dentro de esos zapatos, su cara está desencajada, tiene los ojos enrojecidos y las lágrimas caen copiosamente de sus ojos. Su compañero de la caja de al lado lo ha estado observando toda la tarde y está preocupado por él.
- ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
- No. Son los zapatos.
- ¿Qué les pasa a los zapatos?
- Me aprietan.
- ¿Qué les ha pasado? ¿Se han mojado?
- No. Son dos números más pequeños que mi pie.
- ¿De quién son?
- Míos.
- No te entiendo. ¿No te duelen los pies?
- Me están matando, los pies.
- ¿Y entonces?
- Te explico -dice, tragando saliva-. Yo no vivo una vida de grandes satisfacciones. En realidad, en los últimos tiempos, tengo muy pocos momentos agradables.
- ¿Y?
- Me estoy matando con estos zapatos. Sufro terriblemente, es cierto... Pero, dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imaginas el placer que sentiré? ¡Qué placer, tío! ¡Qué placer!

Cuento - El Negro (rosa Montero)

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

Hambre - Encuesta de la ONU



La ONU resolvió hacer una gran encuesta mundial. La pregunta era: “Por favor, diga honestamente cuál es su opinión sobre la escasez de alimentos en el resto del mundo.” El resultado fue desastroso:
Los europeos no entendieron qué es escasez.


Los africanos no sabían lo que eran alimentos.


Los norteamericanos preguntaron el significado de el resto del mundo.


Los cubanos se extrañaron y pidieron más explicaciones sobre opinión.


El congreso Peruano todavía está debatiendo qué es honestamente.

Cuento - El Zar y la Camisa (Leon Tolstoi)



Un Zar, hallándose enfermo, dijo: -¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!


Entonces todos los sabios se reunieron y celebraron una junta para curar al Zar, mas no encontraron medio alguno. Uno de ellos, sin embargo, declaró que era posible curar al Zar.


-Si sobre la tierra se encuentra un hombre feliz -dijo-, quítesele la camisa y que se la ponga el Zar, con lo que éste será curado.


El Zar hizo buscar en su reino a un hombre feliz. Los enviados del soberano se esparcieron por todo el reino, mas no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron un hombre contento con su suerte.


El uno era rico, pero estaba enfermo; el otro gozaba de salud, pero era pobre; aquél, rico y sano, quejábase de su mujer; éste de sus hijos; todos deseaban algo.


Cierta noche, muy tarde, el hijo del Zar, al pasar frente a una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:


-Gracias a Dios he trabajado y he comido bien. ¿Qué me falta?


El hijo del Zar sintiose lleno de alegría; inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel hombre, a quien, en cambio, había de darse cuanto dinero exigiera.


Los enviados presentáronse a toda prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa; pero el hombre feliz era tan pobre, que no tenía camisa.

Cuento: este es veridico - Julio Cortazar


A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto. Ahora este señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.

Un cuento de canibales

Determinada empresa contrató hace tiempo a un grupo de caníbales. Todo iba bien hasta que uno de los jefazos descubrió que faltaba una secretaria. Cuentan las malas lenguas que el tipo preguntó indignado a los nuevos trabajadores si eran responsables del suceso. Los caníbales juraron por sus muertos que ellos no habían sido, pero en cuanto se fue el gerifalte, sin tenerlas todas consigo, el líder del grupo los puso firmes: «A mí no me engañáis con vuestras historias», dicen que dijo. «Llevamos meses comiéndonos directivos y nadie se había dado cuenta. ¿Quién ha sido el idiota que se ha zampado a la secretaria?».